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Antonio José de Sucre – Biografía y Podcast

Antonio José de Sucre – Biografía y Podcast

El Armisticio

Antonio José de Sucre – Biografía y Podcast Completada la liberación del territorio de la Nueva Granada, con la victoria patriota en Boyacá, Sucre es encargado de dirigir el estado mayor del Libertador. Así en 1820 le es encomendado negociar y redactar el tratado de cese de hostilidades y de regularización de la Guerra que terminaría siendo firmado por los jefes de ambos ejércitos: Bolívar y Morillo.

El tratado, ponía fin a la Guerra a muerte, acordaba gestos humanitarios hacia prisioneros y la población civil y decretaba un cese de hostilidades entre los ejércitos combatientes. Ese documento es objeto de estudio en el mundo como ejemplo de negociación y fue la base para los acuerdos de Ginebra, que hoy rigen las actuaciones de los ejércitos en conflicto. Al respecto Bolivar escribiría : “Este tratado es digno del alma del General Sucre: la benignidad, la clemencia, el genio de la beneficencia lo dictaron; él será eterno como el más bello monumento de la piedad aplicada a la guerra; el será eterno como el nombre del vencedor de Ayacucho.

¿Quién vive?

Francisco Antonio Zea fue nombrado por el congreso en 1817, suplente de Bolívar. Ejercía la comandancia militar y civil desde Guayana. En 1818 nombra a Sucre General de Brigada. A su regreso de la campaña de Apure, Bolivar se dirige hacia angostura por el Orinoco. La barca que lo transporta se cruza con la de Sucre. Ante el grito del General Bolívar, “¿Quién Vive?” responden desde la otra embarcación “El General Sucre”. Bolívar molesto contesta:

— No existe tal general, carajo.

El impasse no se solucionó hasta que El Libertador llegó a Angostura y le fue explicado el ascenso de Sucre. Aunque creía que solo él debía autorizar los ascensos militares de alto rango, aceptó a regañadientes el cargo y ratificó a Antonio José de Sucre quien sería en el futuro su mejor amigo, en su grado de General de Brigada.

Antonio José de Sucre La Batalla de Ayacucho

Sucre firmó su grandeza militar y de estratega con la batalla de Ayacucho. Esta selló el destino de América: la Independencia. Las tropas realistas estaban comandadas por la mayor autoridad realista del momento, El Virrey de La Serna, un Viejo y experto combatiente curtido en mil batallas políticas y militares.

Sucre debió realizar una serie de Marchas y contramarchas, siempre en retirada, mermando al ejercito realista, superior en número, tanto en cansancio como en posiciones estratégica. Así los sorprendio en la cima de la colina de Condorcunca, que en quechua significa Cuello de Condor. Viéndose en desventaja posicional las tropas del Virrey cargaron contra los patriotas, siendo repelidos una y otra vez, hasta que sus generales, oficiales e incluso el mismo Virrey cayeron hechos prisioneros.

Ayacucho: \»la cumbre de la gloria americana\»

Bolívar, quien no pudo dirigir la batalla pues había sido llamado por el Congreso de Lima, le escribió a su amigo en una biografía de su autopría las siguientes palabras:\»La batalla de Ayacucho es la cumbre de la gloria americana, y la obra del general Sucre. La disposición de ella ha sido perfecta, y su ejecución divina\». Las generaciones venideras esperan la victoria de Ayacucho para bendecirla y contemplarla sentada en el trono de la libertad, dictando a los americanos el ejercicio de sus derechos, y el imperio sagrado de la naturaleza\».

Antonio José de Sucre “Una Muerte Anunciada”

Antonio José de Sucre había decido dejar la vida política y dedicarse a la vida familiar. El fracaso de la convención de Ocaña y la evidente separación de la gran Colombia le habían roto el espiritú. Antes de dejar Ocaña, algunos informantes ya le habían dado señas sobre el complot en su contra. Si se iba por los puertos de Panamá le esperarían cerca de Medellín. Si se iba a caballo hacia Ecuador, le esperarían en la provincia de Pasto. Sucre, confiando en que su talante y en el nombre que se había formado le protegían de un magnicidio, desoyó las advertencies y se dirigió a reencontrarse con su esposa en Quito.

A su paso por Pasto, Sucre, se encontró con el general Obando, con quien discutió pública y airadamente sobre el destino de la Gran Colombia. Así llegó la hora de atravesar la selva de berrueco. Allí  esperaban los asesinos. Situados en posición de emboscada, unos al frente y otros en la retaguardia. Se oyó el primer disparo que le dio en el brazo, y Sucre gritó:

— ¡Balazo!

El Segundo disparo le dio en la cabeza, dejando su cuerpo inerte en el fango del camino. Sirvientes y bestias salieron huyendo del lugar hasta que Caicedo, su fiel Edecán, sepultó el cadaver al día siguiente.

Se ha derramado la sangre de Abel, Bolívar

Bolívar expresó al enterarse de la muerte de su mejor amigo ¡Santo Dios! ¡Se ha derramado la sangre de Abel!… La bala cruel que le hirió el corazón, mató a Colombia y me quitó la vida\»

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