Sin caer en ninguna polémica religiosa, podemos apreciar que en su construcción retórica el orador inicia con un planteamiento con una situación que genera empatía, al referirse a un tema de salud de su pequeño hijo Gabriel. Posteriormente da un giro al contar que en ese escenario una autoridad, un teólogo, le invita a una charla, en donde inicialmente lo confronta con sus creencias religiosas.
Inmediatamente después, da un nuevo giro a la narrativa, porque lo enfrentan a un video «histórico» con personajes muy importantes que confrontan al Albert Einstein, el Premio Nobel creador de la Ley de la Relatividad que, nuevamente, da un giro inesperado a la historia porque afirma no creer en Dios.
Ya esta afirmación crea una peculiar atmósfera, porque los asistentes confrontan al sabio con la duda entre pensar y creer, una nueva dicotomía en la narración. Una verdadera joya que nos mantiene expectantes del mensaje de este personaje que no necesitó más que el poder de su voz para hacernos reflexionar sobre nuestra forma de pensar en Dios.
Un detalle con el objetivo comunicacional
Así vemos que si bien nuestro querido bolero no estaba muy claro en lo que quería comunicar, más que conversar con su cliente; porque al final, no sabemos qué pasó con el niño Gabriel, ni la postura religiosa del limpiabotas. En definitiva el hombre, nos hizo pensar en cómo tratamos en nuestro interior la relación con el Señor.
La voz es la herramienta más poderosa del universo
Podemos concluir que la palabra hablada es tan poderosa, tan fuerte, tan mágica que el más humilde nos puede llegar a lo más profundo de nuestro ser. Nunca olvides que la palabra es una energía inconmensurable y que con ella puedes alcanzar tus metas.
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